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30 April, 2021 / Oblatas
Las Hermanas Oblatas y la Fundación Serra Schönthal nos unimos este Primero de Mayo para denunciar la feminización de la pobreza

El 1 de mayo, Día Internacional del Trabajo, es siempre una ocasión para la reflexión acerca de las condiciones que, como sociedad, hemos creado para alcanzar una vida digna. En la última celebración de esta jornada internacional apenas acababa de comenzar la pandemia del Covid-19 y, sin embargo, ya había causado graves perjuicios para los trabajadores y trabajadoras de todo el mundo.

Hoy, un año después, estas consecuencias sociales y económicas se han hecho más profundas. Nuestra misión como oblatas nos permite, al estar cerca de aquellos que el Papa llama “descartados” y de los que están “en las fronteras físicas y existenciales”, ser testigos de primera mano de cómo la precarización del trabajo ha tenido sus principales afectados en aquellos que ya eran los más vulnerables. Por este motivo, este año nos unimos a la Fundación Serra-Schönthal para:

  • DENUNCIAR, una vez más, la feminización de la pobreza que, junto a las migraciones y el racismo son los pilares básicos para que el delito de la trata de personas exista. Un fenómeno que, además, no solo no ha desaparecido durante este último año, sino que se ha visto incrementado, teniendo a mujeres y niñas como un 72% de sus víctimas.

 

  • AFIRMAR que el trabajo decente lo cambia todo. Y es que la falta de oportunidades y de recursos, así como unas responsabilidades familiares que recaen de forma exponencial sobre la mujer, desembocan en una desventaja socioeconómica de la que no solo es difícil salir, sino que, además, acarrea mayores riesgos de explotación laboral ante la vulnerabilidad y necesidad de supervivencia. Ante esto, es necesario subrayar que, con gestos pequeños, la situación de estas personas puede cambiar. Ejemplo de ello es el apoyo económico otorgado por la Fundación Serra-Schönthal, gracias al cual las mujeres, aun siendo pequeña la aportación pueden formarse de cara a la consecución de un empleo o, incluso, a través de la financiación de microemprendimientos, comenzar el suyo propio, rompiendo, de esta manera, el círculo de la pobreza y la exclusión.

 

  • ANIMAR a avanzar hacia una economía más justa. Al igual que sin personas que se benefician de ella, no existiría la trata, consideramos que es necesario que, como consumidores y consumidoras, tomemos parte activa de la realidad económica y social que tenemos y de las que muchas personas son víctimas. Debemos ser conscientes de cómo gestionan las empresas a sus trabajadores, si sus materias primas provienen de comercios justos o si están respetando ya no solo los derechos de los trabajadores, sino los derechos humanos.

 

  • RECORDAR la necesidad de fomentar el desarrollo económico y social sin perder de vista la perspectiva del cuidado de la Casa Común. Porque, tal como se extrae de la encíclica del papa Francisco ‘Laudato si’, el verdadero avance de la humanidad solo podrá producirse sin dejar a nadie atrás, actuando en favor de todas las personas y no por el beneficio económico de unos pocos.

 

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